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Relato 6. ¡Por el amor de Dios!

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Jesús Wong Wang: Pol enésima ves, comisario Lamíres, soy JesuClisto,     -¿le suena de algo, no?- el Mesías, el ledentol, el salvadol de los hombles, el hijo de Yavhé… y he vuelto para anuncial el fin de los días y lestablecel el leino de Dios. Amén.    Comisario Ramírez: Un momento, un momento, no corra tanto, Jezucito, que me pierdo. Usted dice que es el hijo de Dios pero oiga… ¡usted es chino! Y con todos mis respetos, un chino de estos de bazar barato, de los que come cerdo con salsa agridulce, vamos, que aparenta ser un chino corriente, uno más de los mil quinientos millones que tenemos por el mundo. Y yo aunque soy agnóstico de cojones y mi única religión es el Real Beti Balompié, diría que esto de tener rasgos orientales a lo Bruce Lee, quillo, no acaba de dar credibilidad a su relato. De todos modos, recapitulemos porque como le decía, hay muchas cosas que no encajan y me gustaría aclarar. Paso a paso. Según la ficha policial usted es Don Jesús Wong Wang alias “Jesu

Relato 2. Diario de un náufrago.

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Día 1. Despierto desorientado, tiritando de frío, con la cara incrustada en arena húmeda de playa y calado hasta los huesos por el vaivén de las olas. Tan solo tengo flashes de lo ocurrido. Disfrutaba de un crucero por el pacífico con un grupo de singles y mientras cenábamos se produjo una fuerte colisión, acto seguido, presencié estupefacto cómo el barco, poco a poco, iba inclinándose verticalmente. Ver cómo zozobraba aquel inmenso buque nos dejó paralizados a todos, más por la incredulidad de los acontecimientos que por el miedo. Después, gritos de pánico, oraciones, plegarias súplicas... y miles de personas corriendo como pollos sin cabeza buscando desesperadamente un bote salvavidas al que aferrarse. Lo último que recuerdo es haber logrado subir a uno y poco más. No estoy solo, veo otros tres náufragos esparcidos por la orilla de esta paradisíaca playa a la que hemos ido a parar. Ya es oficial: estamos vivos y bien jodidos.      Día 3. Llevamos aquí tan solo 4 noches y y